No cabe duda alguna de que uno de los mayores obstáculos que afrontamos los traductores son los famosos “falsos amigos” (o también llamados falsos cognados). Esas palabras “tramposas” que solemos relacionar entre un idioma y otro, debido a que se escriben o pronuncian parecido, pero cuyos significados son totalmente diferentes.
Muchas veces, y sobre todo cuando somos prisioneros de deadlines ajustados, los traductores podemos caer en la frágil trampa de asociar las palabras por interferencia lingüística, sin realizar la investigación oportuna que requiere cada trabajo en el que nos embarcamos. Sin dudas, dejarnos llevar solo por la intuición puede ser nuestro peor enemigo, pues caeremos en traducciones pobres, de mala calidad, sin coherencia… y hasta en un absurdo absoluto que puede llevarnos al ridículo ante nuestros lectores y nuestros clientes. Sin duda, una circunstancia que debemos evitar por todos los medios posibles.
Los falsos amigos existen en muchos idiomas, y pueden encontrarse en distintos ámbitos, desde textos periodísticos y literarios, hasta culinarios, deportivos y más. Como ejemplo de ellos, podemos citar el sustantivo concrete (en el ámbito de la construcción) en inglés, que en español no significa “concreto”, sino “hormigón”; o el lamentablemente difundido uso de sustentable (por el inglés sustainable), para referirse al desarrollo que no amenaza los recursos o el medio ambiente, cuando el término correcto en este sentido es sostenible. Podemos mencionar la palabra subir en francés, que significa “sufrir” y no “subir”; o vasoura en portugués, que quiere decir “escoba” y no “basura”. Asimismo, es habitual encontrarnos con el uso erróneo de palabras en español al darles el significado que tienen en otro idioma. Como por ejemplo, podemos mencionar la palabra bizarro que en muchos casos se la utiliza con el sentido de “grotesco”, “extraño” o “estrambótico”, cuando en realidad en español quiere decir “valiente”.
Así pues, los traductores debemos estar muy alertas en el momento de realizar nuestros trabajos, y no caer víctimas de estos enemigos que siempre están al acecho. Existe una gran diferencia entre “lanzarse sin miedo a traducir” y “lanzarse al vacío a traducir sin deducir lo que significan las palabras y consultar”. Por supuesto, si nos dejamos llevar por la segunda opción, los “falsos amigos” se volverán nuestros “enemigos íntimos”. Sin dudas, alternativa que debemos dejar de lado para superar nuestras propias expectativas y la de nuestros clientes… y lograr, en fin, el éxito de nuestra profesión.