Muy de repente, con el auge de la expansión cultural producto de la globalización en los medios de comunicación, nos encontramos con nuevas expresiones que se renuevan de generación a generación. Si bien las anglosajonas son las que más repercuten alrededor del planeta, habría que empezar a analizar la forma en que estas modificarían nuestro alfabeto tal como lo conocemos.
En Japón se da algo muy particular. Este país oriental cuenta con 2 alfabetos, el hiragana y el katakana; aparte de estos, se encuentran los ya conocidos kanjis o «ideogramas japoneses». Para alguien que no se encuentre al tanto del tema le resultaría muy complicado diferenciarlos, pero con solo un par de clases de aprendizaje alcanza.
Lo interesante con respecto al tema inicial surge del katakana, el alfabeto más complicados para quienes comienzan a aprender el idioma. No es tan utilizado para el estudio propio del mismo, pero al ver alguna película nipona uno puede notar con facilidad como este alfabeto invade la vida rutinaria japonesa. El katakana es un extranjerismo hecho local. Un alfabeto que debió incorporarse luego de los años de hermetismo nacional.
Por ejemplo, hay palabras muy propias de la vida cotidiana, como por ejemplo mesa, que en japonés romanizado es teburu, fonéticamente se pronuncia muy parecido a la forma en un estereotipo de ciudadano nativo japonés pronunciaría la palabra table. Por supuesto, esto no es ninguna casualidad, no es que a pesar de los kilómetros de distancia de separación entre Inglaterra y Japón se da que justo un elemento cuenta con un nombre extrañamente parecido. Si bien en Japón contaban con mesas, no eran tal cual como las conocemos; eran de un estilo más cercano a lo que conocemos como «mesa ratona», en la Argentina, más cerca del piso, o tatami.
El Katakana también se aplica o onomatopeyas y marcas. Cuenta con un equivalente fonético en el otro alfabeto japonés (el hiragana), solo que se dibuja de otra manera. Por ende, no se puede distinguir auditivamente si la palabra debe escribirse en hiragana o katakana. Eso se da por el origen y significado de la palabra.
Es de esta forma que el país asiático puede conservar parte de su tradición, sin preocuparse o armar discusiones interminables sobre la contaminación del idioma. A cada cosa por su nombre y a cada palabras por su alfabeto.