Los clientes buscan calidad. Esto es algo irrefutable que tenemos que cumplir. Pero para entregar un trabajo de calidad, tenemos que empezar desde el principio, y ese es el contenido del texto de origen que vamos a traducir.
A pesar de que hay varios aspectos a tener en cuenta, hoy me quiero centrar en el contenido a procesar con la ayuda de la tecnología proporcionada dentro de un entorno de traducción. Es decir, tenemos que asegurarnos que nuestro contenido de origen sea adecuado para nuestra herramienta de traducción asistida. Este es un punto que nuestros clientes también tienen que tener en cuenta. Proporcionar un archivo fuente de calidad casi garantizará un resultado de calidad. Pero, ¿qué queremos decir cuando hablamos de un archivo fuente de buena calidad?
No podemos dejar todo en manos de nuestros clientes. A veces, hacemos un esfuerzo adicional con el fin de hacer un documento apropiado para la traducción. Es el sueño del traductor trabajar con un documento fuente impecable. Pero a veces, poniéndome en lugar de los clientes, no tienen manera de proporcionar un documento fuente limpio y adecuado para las herramientas de traducción asistida. En el actual mundo del “formato portátil”, los clientes suelen conseguir fácilmente documentos PDF que son los archivos de origen para el proceso de traducción. Sin embargo, los traductores suelen generar formatos editables como Microsoft Word en su lugar. Si el documento en cuestión es un archivo convertido de un PDF, entonces sabemos a ciencia cierta que debemos realizar un proceso previo antes de subir el archivo a la herramienta de traducción asistida.
En Trusted Translations, dividimos la preparación dos etapas diferentes: preparación del formato y preedición. Tenemos que ser conscientes de los posibles errores en el archivo fuente cuando trabajamos en texto extraído después hacer la preparación del formato. Esta es la razón por la que la preedición es un paso clave a la hora de asegurarnos de que la versión convertida sea muy adecuada para la tarea en cuestión. Consiste en revisar las faltas de ortografía, el uso preciso de los signos de puntuación y el formato general del documento, etc. Incluso el texto que ha sido copiado de una página web y pegado en un documento de Word requiere algo de trabajo. De lo contrario, vamos a terminar lidiando con la característica más temida de las herramientas de traducción asistida: las etiquetas.
Las etiquetas son algo así como el colesterol y las lipoproteínas. Algunas son buenas y útiles, pero en grandes cantidades se transforman en moléculas malas que no hacen más que obstruir nuestro flujo de trabajo/sangre, nos estresan y consiguen subir la presión arterial hasta el cielo. Las “buenas etiquetas” son las que crean el formato, es decir, las letras en negrita, cursiva, superíndices, etc. El otro tipo son etiquetas que aparecen en nuestro archivo fuente subido y no tienen nada que hacer ahí. Estas etiquetas “malas” son normalmente el resultado de texto copiado y pegado, así como de texto convertido. No sirven para recrear el formato. Sólo lo hacen más complejo. Simplemente están ahí porque nuestro archivo de origen se ha cargado con errores de formato. Pero no se preocupe, esto se puede solucionar. Todo lo que necesitamos es una buena preedición, y con sólo modificar la fuente en nuestro archivo de origen podemos deshacernos de esos molestos errores y seguir adelante con nuestro trabajo.
Por lo tanto, pídale a su cliente un archivo fuente de buena calidad (recuérdele que es por su bien). Pero si esto no es posible, ofrezca añadir la etapa de preedición para asegurarse de que esté utilizando un archivo limpio y no ser etiquetado en el proceso de traducción.