A pesar de que muchos creen y ven el trabajo del traductor como una tarea solitaria, aislada y competitiva, no debe considerársela como tal. Por el contrario, con el avance tecnológico y el desarrollo de la globalización, traducir se ha vuelto un trabajo interconectado y que requiere de un constante contacto con el mundo exterior.
Hoy en día, las exigencias de nuestros clientes en cuanto a calidad y plazos de entrega han aumentado, por ello, ya no basta en pensar en una traducción “estándar” sin programar un calendario preciso que permita acelerar la entrega final a nuestro cliente, por supuesto, con una calidad garantizada.
Sin dudas, establecer un cronograma que permita la participación de diferentes traductores es una de las ventajas más importantes. No solo nos permitirá economizar tiempo, sino que además el trabajo en equipo permite establecer un canal de comunicación fluida para evacuar dudas entre colegas, pulir errores de toda índole y lograr homogeneidad a lo largo del proyecto completo. Y todo ello, en la actualidad, es más que posible.
Por un lado, en el momento de comenzar un proyecto en equipo es indispensable preparar glosarios, bases terminológicas y guías de estilo, tener todos en claro a qué público vamos a dirigirnos y los criterios indicados por el cliente. Por otro lado, es importante mantener una comunicación y disponibilidad fluidas para poder disipar cualquier duda que surja en el momento. Hoy en día, todo ello es más fácil gracias al avance tecnológico, pues contamos con diferentes herramientas, como correos electrónicos, herramientas de traducción conectadas a una nube que nos permiten compartir memorias de traducción, canales de chats, glosarios en red, foros de consulta, entre otras, que nos posibilitan trabajar en línea y en tiempo real, ventaja con la que antes los traductores no contaban.
Así pues, vemos que la traducción en equipo es viable y posible. Lo primordial es contactarnos con colegas de confianza, idóneos en el tema y predispuestos, y un editor y revisor que puedan ayudarnos a lograr la homogeneidad y la consistencia deseada. No debemos pensar en que se pone en riesgo la calidad final del proyecto; por el contrario, debemos considerarlo como un valor agregado para el producto a entregar. Sin dudas, una ventaja que nos permite ganar a todos.