En el mundo hay unos 400 millones de hablantes de lenguas eslavas que viven en un territorio enorme desde Europa Central, los Balcanes, Europa Oriental hasta el norte de Asia. Los idiomas eslavos pertenecen a la gran familia de lenguas indoeuropeas, y derivan de su rama protoeslava.
En base a la posición geográfica, la primera subdivisión se hace entre el eslavo occidental (el eslovaco, el checo, el polaco, el silesiano, el casubio y el sórabo o vendo), oriental (el ruso, el ucraniano, el bielorruso y el rusino) y meridional (el esloveno, el croata, el bosnio, el serbio montenegrino, el búlgaro y el macedonio).
Otra forma de clasificarlos es entre lenguas G y lenguas H, en palabras sencillas, entre los hablantes que pronuncian el fonema /*g/ como “g” o “h” (en el caso de la palabra “gora” entonces, algunos dirían “gora” mientras que los otros, “hora”).
Sin embargo, cuando hablamos de los idiomas eslavos, notamos que en la escritura usan alfabetos distintos; si bien los eslavos occidentales han preferido el latino, los orientales y los meridionales siguen usando desde hace tiempo el cirílico (antiguamente, además se usaban los alfabetos glagolítico y el árabe).
El alfabeto polaco por ejemplo está basado en el alfabeto latino pero, como suma más fonemas que letras, tuvo que agregar también signos diacríticos como kreska (línea), gráficamente similar al acento agudo (ź, ś), kropka (punto: ż), ogonek (colita: ą, ę) y la barra (ł).
El alfabeto ruso presenta una variante del cirílico que fue desarrollada en Bulgaria e introducida en la Rus de Kiev, estado medieval de los eslavos del este, en simultánea a su conversión al cristianismo en 988 d.C.
El serbocroata es el único idioma que usa los dos alfabetos de manera oficial, aunque la versión latina es más usada.
Para un hispanohablante, aprender una lengua eslava no es un asunto fácil. Una vez dominado el alfabeto cirílico con sus caracteres que corresponden a las letras latinas y la compleja pronunciación, otra gran particularidad es representada por la morfología de estos idiomas. Los nombres tienen flexión y cambian de forma de acuerdo con el género, el caso y el número. Los nombres, adjetivos y pronombres tienen tres géneros (masculino, femenino y neutro), tres números (singular, plural y dual) y siete casos (nominativo, acusativo, genitivo, dativo, instrumental, locativo y vocativo). El verbo marca persona, número, modo, aspecto, tiempo y a veces también género. Por este motivo, el análisis de una sola palabra aporta muchos indicios sobre el contenido de la entera frase, información que para ser descifrada requiere por parte del hablante un buen conocimiento gramatical.
Igual que en el caso del italiano con el español o el portugués, la comprensión entre dos nativos de distintas lenguas eslavas se realiza con facilidad si hablan dos lenguas de la misma familia, por ejemplo un checo y un eslovaco, o un checo y un polaco; y más difícil si sus lenguas pertenecen a dos ramas distintas, por ejemplo un ruso y un checo o un eslovaco y un serbio. El polaco y las lenguas de la familia oriental (bielorruso, ruso y ucraniano) son bastante cercanos, siendo el bielorruso y el ucraniano parecidos al ruso y el polaco.