¿Alguna vez se preguntaron por qué Londres se convierte en Londres o Londra pero Chicago se sigue llamando Chicago? Tal vez nunca hayan escuchado los términos endónimo y exónimo per se, pero seguramente se encontraron con estos conceptos al momentos de solicitar una traducción. La comprensión de estos dos conceptos seguramente hará que la tarea de traducción sea más fácil de abordar, y también ayudará a evitar algunos errores bastante comunes (algunos de ellos desastrosos).
Los términos endónimo y exónimo se refieren a nombres de lugares, grupos étnicos, idiomas o incluso nombres de individuos. Mientras que un endónimo es el nombre dado por un grupo etnolingüístico, un exónimo, por el contrario, es el nombre dado a la misma cosa por un grupo etnolingüístico externo. Algunos ejemplos de endónimos incluyen Deutschland, que es Alemania en alemán, farsi que significa persa en… bueno, persa, la lengua hablada principalmente en Irán, pero también en otros países del sur y centro de Asia. A partir de estos mismos ejemplos, Alemania y persa son los exónimos ingleses de Deutschland y farsi.
A veces los exónimos pueden ser muy similares a sus endónimos. Además, a menudo se tiende a simplificar el nombre dado (endónimo) al idioma de destino, como en el caso de Brasil / Brazil e Italia / Italy. Aunque no existen pautas claras en cuanto a cómo surgen los exónimos, una regla general a tener en cuenta es que la mayoría de las capitales europeas tienen exónimos en español, por ejemplo: Atenas (Αθήνα / Athína), Bruselas (Bruxelles, Brussel), Moscú (Москва / Moskva), Praga (Praha), Viena (Wien) y Varsovia (Warszawa), entre muchos otros. Ustedes podrán preguntarse, ¿por qué sucede esto? Bueno, porque los exónimos surgen, en este caso, para lugares significativos para personas de habla española. Sin embargo, otras capitales europeas pueden no tener exónimos en español pero tienen exónimos en idiomas hablados en las inmediaciones como en Ljubljana es Laibach en alemán.
Gilberto Castañeda Hernández, en “Navigating through Treacherous Waters: The Translation of Geographical Names” (Navegando aguas traicioneras: la traducción de los nombres geográficos), menciona que él también ha encontrado un patrón muy similar en el que los nombres de ciudades más antiguas se traducen, mientras que los de las más modernas son menos propensos a tener exónimos. En este sentido, también encontró otro patrón particularmente interesante: las ciudades europeas de más edad que terminan en el sufijo «burg» como Hamburg, Strasbourg, Edinburgh y Saint Petersburg tienen traducción al español: Hamburgo, Estrasburgo, Edinburgo y San Petersburgo, respectivamente. Sin embargo, las ciudades que terminan en el mismo sufijo en América del Norte no se traducen. Así, Harrisburg y Pittsburgh se llaman también Harrisburg y Pittsburgh en español.
Para añadir a la complejidad de estas pautas, algunas capitales europeas mantienen sus endónimos en la mayoría de otras lenguas europeas, como Madrid Berlín y Ámsterdam. Así que en conclusión, mi mejor consejo cuando se trata de la traducción de nombres es: ¡Investiguen! Mucha, mucha investigación. Castañeda-Hernández recomienda la búsqueda de fuentes primarias siempre que haya una mínima duda sobre cómo traducir un nombre. También recomienda mantener el nombre del lugar en su idioma original en el caso de que no se encuentre información confiable sobre sus exónimos. Sin embargo, hace hincapié en que hay que asegurarse de que entender cuál es el idioma original de esa entidad geográfica, particularmente en el caso de regiones con gran diversidad etnolingüística.
Si están interesados en aprender más sobre endónimos y exónimos, pueden echar un vistazo a un mapa mundial de endónimos visitando el siguiente enlace: https://endonymmap.com/. Ahora bien, si quieren ver un ejemplo de cómo no traducir un mapa, hagan clic aquí: https://haonowshaokao.com/2013/04/25/chinese-map-of-europe/. Si bien ambos mapas tienen algunos errores, de todas maneras son muy interesantes y ayudan a poner en perspectiva a los endónimos y exónimos.