Un gato lagrimeando, un mono tapándose los ojos, corazones de varios colores, dos gemelas bailando al compás. La mayoría de nosotros usamos los emojis: esos dibujos que complementan nuestros mensajes emitidos en plataformas como Whatsapp, Twitter, Facebook, etc. Pero ¿qué significan realmente? ¿Podrían convertirse en una futura lengua común?
Los emojis surgieron en Japón a fines de los 90, pero su su uso creció astronómicamente desde que fueran agregados a los teclados de los teléfonos inteligentes en 2011. Suelen ser confundidos con los emoticones, esas representaciones de rostros hechas con signos de puntuación (como una cara sonriente hecha con dos puntos y un paréntesis), pero los emojis son dibujos hechos y derechos. Tanto se han popularizado que ya existe una novela traducida al lenguaje emoji. Emoji Dick es la versión pictográfica de Moby Dick, adaptada por el estadounidense Fred Benenson, ejecutivo de la empresa Kickstarter.
Pero el proyecto de Benenson no terminó allí. Su plan es juntar fondos a través de Kickstarter, plataforma de crowdsourcing o financiación colectiva, para construir un motor de traducción y contratar una camada de traductores que se encarguen de hacerlo funcionar, mediante la traducción de frases enteras (en este caso del inglés) al lenguaje emoji. El motor funcionaría como, por ejemplo, el que utiliza Google Translate, perfeccionándose con cada nueva frase traducida. El objetivo: hacer de los emoji una lengua hecha y derecha, con una sintaxis propia.
¿Será este otro intento infructuoso de crear una lengua artificial universal como el esperanto? En principio, es un gran esfuerzo que parece no tener demasiado sentido, más allá de lo lúdico de la propuesta. Sin embargo, Benenson cree que el surgimiento de la lengua emoji es «inevitable». El tiempo dirá.