Es conveniente que queden bien claras desde el principio una serie de cuestiones: las necesidades que tiene que satisfacer la traducción, las condiciones económicas, el plazo de entrega, las especificaciones de formato de la traducción y la forma y la fecha de pago.
Al aceptar un trabajo, el traductor tiene que haber averiguado la finalidad a la que el cliente quiere destinar la traducción.
Es muy importante ver el original antes de acordar el precio.
Si surge algún problema que retrase la entrega, siempre hay que notificárselo al cliente y no esperar a que nos reclamen la traducción. No todas las traducciones deben tener la misma presentación.
En el caso de clientes individuales, el pago suele efectuarse en el momento de la entrega; en el caso de empresas, éstas tienen generalmente un sistema de pago establecido.