Tanto el inglés como el español, aunque en diferentes grados, siguen un orden SVO; es decir que predomina en ellas el orden sujeto-verbo-objeto/complemento.
En inglés moderno, este esquema es el preferido de modo mayoritario. En castellano se trata de un orden básico del que la lengua se aparta con frecuencia en respuesta a los dictados del estilo y la expresividad individual. Semejante versatilidad es posible gracias al gran sistema de desinencias del castellano, mientras que, en inglés, el sentido o la interpretabilidad de un enunciado depende principalmente, debido a la simplicidad morfológica mencionada más arriba, de la posición rígidamente fijada de los diversos elementos gramaticales que lo constituyen, así como del acento tónico, los grupos rítmicos y los patrones de entonación de la lengua hablada.
La principal diferencia con respecto al inglés radica en la capacidad del castellano de colocar el sujeto después del verbo.
Las limitaciones rítmicas podrían ser también las responsables de la resistencia del castellano, de nuevo en marcada oposición con el inglés, a la colocación del verbo al final de la oración, ya sea principal o subordinada.
Al igual que en inglés, el tema (o elemento conocido) de la oración precede al rema (o información nueva), y tema y sujeto tienden a coincidir, ocupando la posición inicial dentro de la oración, mientras que el predicado y el rema aparecen en segundo término.