Hace algún tiempo escribíamos acerca del cambio de código y de cómo la informalidad de este fenómeno permite que se manifieste de maneras prácticamente infinitas. En ese post, mencionábamos al spanglish, al Belgrano-deutsch, al portuñol y al llanito como ejemplos de ese cambio de código.
Por supuesto que esa lista no era exhaustiva, habiendo un sinfín de otros ejemplos, pero en los últimos años se ha sumado uno nuevo: el warlpiri ligero o rampaku. Y lo interesante de este caso es que según la lingüista que lo descubrió en una remota población de Australia, Lajamanu, estaríamos ante el nacimiento de un idioma nuevo.
El descubrimiento se dio a partir de que ella notara que los niños cambiaban constantemente entre el inglés, el warlpiri tradicional y el criollo australiano (kriol), pero con la particularidad de que lo hacían en cada oración, y luego de grabar a los niños hablando esta mezcla, pudo descubrir ciertos patrones sistemáticos, es decir que tenía una estructura lingüística propia. Así, la mayoría de los verbos y la morfología verbal provienen del inglés o el kriol, mientras que la esencia de su estructura nominal proviene del warlpiri tradicional. También tiene la particularidad de tener un tiempo verbal que implica que la acción referida sucede en el presente o en el pasado, pero no en el futuro.
Se calcula que su origen se remonta a los años setenta y ochenta, cuando los padres de los jóvenes y niños de hoy se dirigían a sus hijos mezclando términos de todos los idiomas que hablaban. Por lo que estos jóvenes y niños serían los primeros hablantes nativos del warlpiri ligero. Habiéndose transmitido este idioma a esta nueva generación, todo permite suponer que se transmitirá a la próxima, y esto lleva a que podamos decir que no solo nos encontramos ante un caso de cambio de código, sino ante el nacimiento de un idioma nuevo, de cuya infancia podemos ser testigos.