El inglés es un idioma que puede encontrarse en cualquier lugar del mundo. Es posible aprenderlo y reconocerlo en cada continente y su preponderancia es mucho mayor que cualquier otro “idioma universal” previo (griego, latín, francés).
Un resultado al margen de esa omnipresencia es que las culturas regionales, por ejemplo, las de Papúa – Nueva Guinea, Nigeria, Singapur y el Caribe, ya han generado divergencias en el uso “tradicional” de las palabras y la gramática inglesa. Cabe mencionar la creciente influencia del “spanglish” y del “inglés afroamericano” en los Estados Unidos. Entonces, mi duda es… ¿cómo será el inglés en 500 años? ¿y en 1000?
El latín todavía cuenta con una presencia diaria en nuestras vidas (utilicé “omnipresencia” y “divergencia” sin que lo percibiéramos) y, aun así, nadie diría que el latín es su idioma natural. El latín fue la base de las lenguas romances, que surgieron como resultado de algunas “modificaciones” regionales al idioma oficial estatal.
Entonces, mi pregunta es sencilla, ¿surgirán futuros idiomas a partir de la adaptación y evolución del inglés? ¿Habrá muchos idiomas oficiales, con sus propias reglas diferenciadas de gramática y vocabulario, cuyos orígenes se remontarán al inglés? Lógicamente, hay muchas diferencias significativas entre los sistemas educativos de hoy en día y los de hace 1500 años, además de que Internet ofrece un acceso inmediato a una gran cantidad de información sobre usos “correctos” a cualquier persona del mundo que esté conectada. Sin embargo, los seres humanos vivimos adaptándonos por naturaleza: si encontramos algo que nos resulte más útil, lo emplearemos. Dado que me encanta vincular el pasado con el presente, lamento no poder vivir lo suficiente como para rastrear los orígenes en inglés de esos futuros idiomas.