A pesar de que normalmente se conoce a un idioma por el gentilicio de su país de origen, en muchos casos se trata de una generalización que excluye a otros idiomas originarios del mismo país. Idiomas tal vez hablados por mucha menos gente, pero no por eso menos válidos.
El español es un excelente ejemplo de esto. Cuando hablamos del español como idioma, en realidad estamos hablando más específicamente del castellano, el cual es el idioma oficial de toda España. A pesar de la supremacía del castellano, en España se hablan otros idiomas que cuentan con una trayectoria y encanto propios: el gallego, catalán (o valenciano), aranés, euskera (o vasco), entre otros, lo cual lleva a preguntarnos: ¿qué opinan los españoles que no hablan castellano cuando todos se refieren al mismo como “español”? ¿Perdieron su derecho a ser españoles por no hablar la lengua oficial? Incluso el castellano ha sido “salpicado” por la influencia de otros idiomas, como por ejemplo el árabe, después de siglos de ocupar la región.
Es un dilema similar a lo que pasa con Estados Unidos y las personas que se refieren al país como América. Es un poco difícil, ya que “Estados Unidos de América” es más bien una descripción que un nombre propio, pero al igual que los españoles “no castellanos”, los americanos de otros países fuera de los Estados Unidos pueden llegar a sentirse excluidos de alguna manera, ¡ya que un solo país se quedó con el título de continente!
Tal vez no hay que ser tan “sensibles” a las formas generalizadas de denominar idiomas o lugares, porque el resultado es el mismo: la globalización es un proceso acelerado y no siempre hay lugar para especificaciones, aunque por supuesto que es lindo conocer las historias y circunstancias completas cuando uno tiene el tiempo.