Como traductor hispanoparlante, a caballo entre la variante castiza de la lengua y su vertiente rioplatense, a menudo me descubro fascinado por las grandes diferencias que existen entre la expresión de unos y otros hablantes según el lado del charco en que se hayan criado. En algunos ámbitos, el habla americana cobra una presencia especial en el discurso peninsular, y resulta interesante reconocer los modismos acuñados en la América Latina que consiguen imponerse en España. Uno de esos ámbitos de importante flujo léxico es el del fútbol, que hace ya muchas décadas genera un vínculo notable entre Argentina y España.
La relación futbolística que existe entre los dos países cuenta con una larga y rica tradición. Desde los años de gloria de Alfredo Di Stéfano en Madrid hasta el brillo actual de Lionel Messi en Barcelona, el número de futbolistas argentinos que se trasladan a la liga española ha ido casi siempre en aumento. En consecuencia, la forma de expresar las vicisitudes del juego en España se ha visto profundamente alterada por el argot deportivo del cono sur, rico en matices. Por otra parte, la difusión mediática de las ligas europeas en América del Sur hace que resulte inevitable el traslado de usos y costumbres de la lengua deportiva desde España hacia las regiones más remotas del continente americano.
En los últimos años, Argentina exportó a España el término clásico para referirse a los partidos disputados por equipos enfrentados por rivalidades históricas. En el Río de la Plata, el clásico por excelencia es el que sostienen River Plate y Boca Juniors, equipos porteños del norte y el sur de la ciudad, respectivamente. En España, en cambio, el enfrentamiento más grande es entre el Real Madrid y el Barcelona, que obviamente no comparten localidad, pero son los dos clubes que más aficionados reúnen en toda la península. Los partidos disputados por equipos rivales de una misma ciudad son llamados tradicionalmente derbies*, así que España adoptó últimamente el argentinismo clásico para aludir al enfrentamiento nacional por excelencia.
El ejemplo de préstamo en sentido contrario viene dado por una de las primeras diferencias que noté entre la lengua futbolera de los dos países, que consiste en el modo que tienen medios y aficionados de referirse a los clubes: en España se utiliza siempre el artículo delante del nombre (el Málaga, el Athletic, la Real Sociedad), mientras que en Argentina esto no sucede. Lo curioso del caso es que existe una salvedad, que tiene su explicación en las características de la era de la información en la que vivimos: cuando un argentino se refiere a los clubes españoles, lo hace a la manera ibérica, con artículo. Esto no fue siempre así, sino que comenzó a estilarse como consecuencia de las retransmisiones deportivas de la televisión por cable y, de manera más reciente, por Internet. Cabe esperar, por lo tanto, que la evolución del negocio futbolístico y de las comunicaciones nos depare con el tiempo nuevos intercambios y préstamos léxicos a los que prestar atención.
En mi próxima entrada me gustaría comentar algunos otros préstamos que conseguí identificar en los últimos años. Como siempre, invito a los atentos lectores del blog a compartir en los comentarios aquellos que hayan registrado gracias a los viajes, las lecturas y las retransmisiones.
* En lo que respecta a la ortografía de derby, resulta interesante la entrada que el Diccionario del Libro de estilo del periódico El País dedica al término: «Derby (plural, derbies). Esta expresión tiene dos acepciones: una se refiere al enfrentamiento deportivo entre dos equipos de la misma ciudad, costumbre que nació en la localidad inglesa de Derby, donde tal encuentro de fútbol se disputaba el martes de carnaval; y la otra se utiliza para las carreras en las que participan caballos de tres años y en las que todos los ejemplares corren con el mismo peso. En este segundo caso, la expresión procede del primer caballo que ganó una carrera de estas características, cuyo propietario era el VII lord de esa misma ciudad, lord Derby. Por tanto, en todo caso ha de escribirse derby, y no ‘derbi’ como ha aceptado la Academia entre las críticas de algunos de sus más destacados miembros».