En inglés son morfológicamente invariables y, sintácticamente, casi siempre van antepuestos al sustantivo. En español algunos son genéricamente invariables, la mayoría no lo es, y prácticamente todos marcan el número.
Su valor expresivo cambia según vayan antepuestos o pospuestos.
En español, el adjetivo pospuesto (explicativo) limita el significado del sustantivo, mientras que antepuesto (epíteto) lo suplementa.
Cuando se copia el orden inglés y se antepone el adjetivo, se le da un uso ornamental (cuando se cita una característica ya implícita) o figurado.
No siempre el adjetivo califica todos los sustantivos que lo siguen.
La separación, tan frecuente en inglés, de dos adjetivos por una coma los carga en español de valor expresivo.
Otra característica sintáctica del inglés es su facilidad para la adjetivación del sustantivo. Gran ejemplo de la flexibilidad adjetivadora del inglés es su capacidad de composición recurriendo a los guiones.
La gran facilidad adjetivadora del inglés, reforzada por la existencia de sufijos, permite con toda naturalidad la creación de nuevas palabras, incluso a partir de nombres propios o marcas comerciales.
La posición de los adjetivos está regida por un conjunto de normas y usos que van desde lo estrictamente fijado en el caso de construcciones estereotipadas hasta las sutilezas de lo relacionado con la eufonía y el ritmo.
Algunos adjetivos se posponen, como los de relación, que se transponen en un sustantivo complemento de nombre, o bien, los de color y nacionalidad. Otros se anteponen, en la medida en que se los quiera cargar de valor expresivo. Y otros, como los adjetivos de tamaño, pueden fundirse con el sustantivo al que califican en forma de sufijo.