En una interesante entrada anterior hablamos de las dificultades que presenta la traducción de cómics, debidas, sobre todo, a la falta de espacio con la que debe lidiar el traductor. Esta limitación de la extensión en la historieta es una característica que se comparte con otras formas de la traducción, como por ejemplo la que se destina al subtitulado de productos audiovisuales.
El estreno, este año, de una película adaptada del famoso cómic belga Tintin me recordó a uno de mis personajes de historietas favoritos, el temperamental capitán Haddock. Y me dejó pensando en las decisiones que habrán tenido que tomar sus traductores, tanto en los libros de viñetas como en las versiones cinematográficas, a la hora de trasladar su curioso discurso. Es que el capitán Haddock, un viejo marino con barba, gorra y pipa, se caracteriza especialmente por su verbo florido a la hora de ofender. En la versión castellana de los álbumes (publicados por el sello barcelonés Juventud), debida íntegramente a Concepción Zendrera, los insultos de Haddock alcanzan cimas creativas dignas del Arte de injuriar borgeano.
Me encantaría saber cómo fueron escritos originalmente esos agravios, pero aún más curiosidad me da conocer los problemas que los distintos traductores de Tintin habrán tenido al enfrentarse a las maldiciones que habitualmente lanza Haddock. Por eso, apelo a los lectores del blog con la idea de recopilar los mejores insultos del viejo lobo de mar en la mayor cantidad posible de lenguas (¡tengamos en cuenta que se trata de una obra traducida a más de cuarenta idiomas!).
Aporto aquí una selección de mis expresiones favoritas proferidas por el capitán en la versión de Zendrera. ¡Espero que los lectores puedan relacionarlas con las que ellos mismos conocen y prefieren en sus respectivos idiomas!
– ¡Mercader de alfombras!
– ¡Naufragador!
– ¡Cretino de los Balcanes!
– ¡Analfabeto diplomado!
– ¡Bruto sombrío!
– ¡Hidrocarburo!
– ¡Ectoplasma!
– ¡Equilibrista!
– ¡Grumetillo del diablo!
– ¡Merluzo!
– ¡Beduino interplanetario!
– ¡Palurdo de los cárpatos!
– ¡Pirata de carnaval!
– ¡Tecnócrata!
– ¡Polígrafo!
Y, por último, el ya clásico y muy gremial ¡marinero de agua dulce!