Escribir, por sí solo, es bastante fácil. En lo que va del día he escrito decenas de mensajes de texto sin hacer mucho esfuerzo y he transmitido mis ideas al destinatario con éxito. «¿Cenamos pizza?» es difícil de malinterpretar.
Escribir bien es difícil. Me está costando hacerlo ahora, y me ha costado en las últimas dos horas más o menos. He leído, escrito y hablado en inglés desde el momento en que mi cerebro estuvo lo suficientemente desarrollado como para leer, escribir y hablar. Sin embargo, me sigue costando.
También es difícil aprender una lengua extranjera. Estudié francés en el colegio durante siete años y pasé cuatro meses viviendo y aprendiendo en Francia, pero reconozco que apenas tengo un nivel conversacional. Ni hablar de mi breve incursión en el aprendizaje del sánscrito.
A pesar de mis propias dificultades con la escritura y con el bilingüismo, hay millones de personas que escriben bien y millones de personas que hablan más de una lengua. Algunos individuos impresionantes pueden escribir bien y también conocen más de una lengua. Y, si tú eres uno de ellos, esta nota es para ti.
La lengua es el pincel del autor. Cada palabra es una pincelada cuidadosamente plasmada para crear una obra que es más que la suma de sus partes. Traducir un texto en una lengua distinta, entonces, es como recrear una obra de arte con distintos elementos, como pintar La noche estrellada de Van Gogh con acuarelas. Cada lengua tiene fundamentos culturales y sociales únicos y una fonética única que pueden afectar en gran medida la forma en que interpretamos una frase u oración. De esta manera, una obra literaria traducida nunca es exactamente lo mismo que su forma original. La lengua inglesa jamás podría representar por completo la poesía brillante que poseen las obras de Rumi en su lengua original, etc.
Los autores bilingües, entonces, están en una situación muy particular, porque pueden crear dos obras originales en paralelo: la misma idea de la misma mente, pero en dos lenguas distintas. Ha habido varios escritores en la historia que han hecho justamente eso, entre ellos escritores célebres como Vladimir Nabokov, Samuel Beckett y Jorge Luis Borges.
Para traducirse uno mismo de manera eficaz, sin embargo, hay que tener un conocimiento verdaderamente profundo de ambas lenguas. Yo podría escribir un cuento en inglés, pero, aunque pueda conversar en francés, para traducir exitosamente mi cuento al francés, tendría que vivir durante años en Francia y estudiar la lengua.
Si tú, al contrario, eres verdaderamente bilingüe, por el hecho de tener dos lenguas madre o a través de una hazaña de determinación impresionante, la autotraducción puede ser tu mejor opción (aunque, honestamente, parece mucho trabajo). Sin embargo, si no tienes una fluidez de lengua madre en tu segunda lengua o si solo quieres una segunda opinión, contratar a un traductor habilidoso puede hacer un mundo de diferencia en la calidad de tu obra traducida. Sus habilidades específicas pueden ayudar a expandir tu perspectiva y crear una traducción que te hará feliz. Lo más importante es que su ayuda te asegurará que un público nuevo pueda experimentar por completo y apreciar tu obra.