Cuando a uno le hablan de patentes piensa en algo complicado, un tipo de texto complejo escrito por expertos del sector y además con una importante repercusión legal y, por supuesto, económica. Por eso mismo, es tan vital la realización de una buena traducción de este tipo de documentos pues las Oficinas de Patentes pueden rechazarlos simplemente por una “y” en lugar de una “o”, o un “comprende” en lugar de un “consiste”.
La primera vez que se me presentó la oportunidad de traducir este tipo de textos la afronte con optimismo pues teniendo en cuenta que estudié la carrera de traducción, que tengo varios cursos de traducción jurídica y traducción técnica, además de un máster científico-técnico, y con algunos años de experiencia a mis espaldas… en fin, no podía ser tan complicado..aunque la verdad es que, en cierta medida, lo fue.
El problema no surgía de términos muy complicados y difíciles de encontrar (que haberlos, los hay), el principal engorro consistía en su redacción, en muchas ocasiones, pésima, suelen estar escritos por gente no nativa y el uso de repeticiones es constante.
Si la labor de un traductor consiste principalmente en reflejar lo más fielmente posible un texto origen a la lengua meta sin que el lector sea capaz de advertir que se trata de una traducción, o de conseguir un texto fluido, sin excesivos adverbios acabados en –mente, cacofonías, etc… olvídenlo, el lenguaje de patentes o “patentish” is different.
Así pues, aquí les ofrezco una muestra que ejemplifica lo que afirmo anteriormente (fíjense en la cantidad de veces que se repite la palabra “dicho/a”):
“La carga en dicho volumen y dicha carrocería de vehículo ferroviario suministran una carga vertical estática a dicho vehículo ferroviario, dicha carga vertical desde dicha carga y dicha carrocería de vehículo ferroviario de carga portado por dichas paredes laterales verticales y dicha pared de extremo, dicho conjunto de plataforma de vehículo ferroviario tiene un segundo eje longitudinal generalmente paralelo a dicho eje de vehículo ferroviario […]”.
Y éste es sólo un ejemplo de la cantidad de repeticiones, quizás innecesarias en otro texto, que caracterizan a las patentes y que las hace tan “diferentes”.
Es por eso que es básico, no sólo contar con los conocimientos técnicos y lingüísticos adecuados, sino tomar conciencia también de la importancia de cada palabra del texto, pues una mala traducción podría hacer que la Oficina de Patentes rechazara la propuesta con las consiguientes pérdidas económicas para la empresa que presenta la solicitud y, por ende, para la agencia de traducción a la que podrían reclamar o no volver a trabajar con ella.