En entradas anteriores se abordó el tema de los países donde hay más de un idioma oficial y se trató también la cuestión de los beneficios del bilingüismo pero ¿cuántos idiomas puede hablar una sola persona? El libro Babel No More de Michael Erard trata de resolver el interrogante de si el hiperpoliglotismo es una facultad innata o se adquiere con la práctica y recopila algunas de las historias de los máximos prodigios del lenguaje.
Se dice que un hiperpolíglota es quien conoce más de once idiomas. Pero, antes de hablar de hiperpoliglotismo, debemos primero acordar cuán alto (o cuán bajo) establecemos la vara de la fluidez para determinar qué significa «conocer» un idioma. Desde luego, no es lo mismo reconocer una lengua ya sea en su escritura u oralidad que manejar su gramática, su sintaxis y su pronunciación. O como dice Erard, «una cosa es hablar un idioma y otra muy distinta es charlar».
Si de personalidades conocidas se trata, el expapa Benedicto XVI habla al menos diez idiomas (alemán, italiano, inglés, español, y latín, entre otros ) y J.R.R. Tolkien, autor del Señor de los Anillos, conocía, además de los idiomas que él mismo inventó, trece lenguas.
El hiperpolíglota vivo más destacado es el liberiano Ziad Fazah (nacido en 1954) quien además de su lengua materna (árabe) dice ser capaz de hablar 55 idiomas. No obstante, Fazah pasó un momento por demás incómodo en un programa de televisión en 1998 cuando no pudo responder a la sencilla pregunta «¿qué día es hoy?» en griego, mandarín y ruso, lenguas que él afirmaba comprender.
Un caso muy interesante es el de Alexander Arguelles, un profesor de 47 años radicado en Berkeley quien le dedica nueve horas por día al estudio de alemán, mandarín, árabe, latín, ruso, persa, sánscrito, checo, catalán, islandés, swahili. Aunque aparentemente fácil, su método es muy poco ortodoxo: todos los días escucha un audiolibro de un idioma determinado. Su secreto consiste en imitar una y otra vez las palabras aunque no entienda su significado. Aunque a simple vista su técnica carezca de sentido, Arguelles afirma que es la mejor forma de conocer los sonidos de un idioma.
El mayor políglota de la historia puede haber sido el monje italiano Giuseppe Gaspardo Mezzofanti (1774-1849), quien debió hablar más de 100 lenguas (50 de ellos dialectos). En una visita del poeta Lord Byron, Mezzofante lo sorprendió enseñándole cosas de la jerga londinense que el poeta desconocía. Es más, Lord Byron finalmente admitió que era imposible superarlo: «Es un monstruo del lenguaje que debió haber sido el intérprete universal de la torre de Babel», escribió en su diario.