Ya hemos comentado en otros artículos distintas maneras de cotizar una traducción, como puede ser por palabra, por página, por horas de trabajo si hablamos de imágenes, etc…
Pero uno de los factores fundamentales, si no el principal, a la hora de determinar el coste de una traducción es el par de idiomas que se manejan. Por lo general, las empresas de traducción no cobran lo mismo para la traducción de un texto del inglés al español que del inglés al ruso, el japonés o el árabe.
Asimismo, y doy fe de ello pues he estudiado en mi caso el árabe, son lenguas por lo general más «complejas» y cuya gramática, formación de palabras y fonética es muy diferente a las lenguas más occidentales como puedan ser el inglés, el español o el portugués.
Por ejemplo, hay que tener en cuenta que el árabe se escribe de derecha a izquierda, su escritura es completamente diferente al alfabeto latino y es un idioma con gran influencia religiosa, algo muy importante que no debe olvidarse a la hora de traducir. En su caso, el japonés, también utiliza un sistema totalmente diferentes del latino y, por ejemplo, su escritura se basa en dos sistemas de ortografía: kana y kanji. O también está el ruso, que parte del alfabeto cirílico.
Y todo ello sin mencionar el ámbito en el que se enmarque la traducción, es decir, si es un documento del campo tecnológico o médico y la accesibilidad que se tenga a traductores profesionales y cualificados adecuadamente en este par de idiomas, algo que puede aumentar aún más los costes.
A la hora de establecer el coste en este tipo de lenguas tan distintas, la política para ello suele diferir según las agencias. Algunas de ellas, prefieren hacer una cotización estimada basándose en el documento original para finalmente cobrar por las palabras de la traducción; otras cobran por caracteres con idiomas en los que esto sea posible, como el japonés, etc., todo depende en gran medida de las agencias y los clientes.