Creo que las personas que no están muy metidas en el mundo de las lenguas y, específicamente, de la traducción al español no son del todo conscientes de que exista un español neutro, estándar o también llamado internacional. Es decir, creo que un español no se plantea que su «español» sea tan diferente del hablado en México o Argentina, es decir, se sabe que tenemos una tonada diferente o que determinadas palabras pueden utilizarse o no, pero no hay una conciencia real de cuán diferentes pueden ser las variantes del español, al igual que podría sorprender las similitudes en multitud de expresiones coloquiales. Pero…profundicemos un poco más.
Cuando un cliente se dirige a una empresa de servicios lingüísticos con la necesidad de traducir un documento al español, esté en el formato que sea, lo más probable es que el buen vendedor le pregunte a qué país va dirigido el texto. En muchas ocasiones el cliente querrá dirigirlo al público de un país específico pero, no con poca frecuencia, querrá dirigirlo a cualquier persona que hable español. Ahí es donde entra el llamado español neutro o estándar.
Lo cierto sobre el español neutro es que en la mayoría de los casos se podrá utilizar sin miedo a que algún hispanoparlante no lo entienda; por lo general, puede recurrirse a este modelo cuando hay que traducir textos generales o muy específicos ya que habitualmente se suele hacer alusión a los tecnicismos de la misma manera entre los profesionales del sector, más allá del país hispanohablante del que procedan.
El problema surge principalmente cuando tenemos ante nosotros textos literarios o publicitarios donde se suele aludir a referentes culturales del país en cuestión, o la terminología utilizada puede ser de la vida común. Por ejemplo, si estamos traduciendo un cuento para niños y se habla de un determinado juego, cada país tiene una forma diferente de denominarlo, por tanto, ¿cómo resolver qué variante poner? ¿Lo entenderá cualquier persona que hable español? Es más, ¿tendrá una connotación positiva o negativa dependiendo del país?
O en el caso de una publicidad, ¿Se entenderá un determinado juego de palabras o metáfora que sólo tendría sentido en un determinado país por su contexto sociocultural?
En estos casos, se impone la sabiduría del traductor y su creatividad para reflejar al máximo posible la idea original y que llegue exactamente de la misma manera a cualquiera que lo lea en español, independientemente de su procedencia.
También habrá ocasiones en las que resulte imposible no decantarse por una opción y, a veces, sería conveniente preguntar al cliente a qué español, en caso de no poder salvarse este obstáculo, prefiere en última instancia que se dirija el documento.
No obstante, en muchas ocasiones, pasará por ser más una cuestión de naturalidad que de comprensión, es decir, yo misma como traductora me planteo este problema diariamente y un ejemplo claro sería la traducción de «cell phone»; en España se denomina a este tipo de teléfono «móvil», sin embargo, la inmensa mayoría de países hispanoparlantes lo denominan «celular» por lo que mi lógica me dice que es más «estándar» poner «celular» aunque claramente a un español, más allá de que sepa a qué se refiere, el texto le suene «raro».
El cliente debe tener en cuenta estas cuestiones, en ocasiones, de gran importancia para llegar al público que exclusivamente le interese o ampliar al máximo su rango de acción.