Cuando escribimos, solemos borrar, agregar o cambiar de lugar palabras, oraciones o incluso párrafos enteros. Si es un texto literario, seguramente sacaremos o agregaremos personajes, o les cambiaremos las características para que se adapten mejor a lo que queremos transmitir. En un texto académico, es probable que debamos incluir referencias bibliográficas y citar numerosas obras con el fin de sustentar o refutar una hipótesis. Al hacer todos esos cambios, es posible que nos queden errores, ya sea de sentido o normativos.
Un corrector de textos es un profesional que se capacita durante varios años para poder leer un escrito atentamente (más de una vez), detectar sus imperfecciones y corregirlas de la mejor manera posible sin alterar el sentido. Además de conocer en profundidad las normas gramaticales, ortográficas, lexicográficas y lexicológicas necesarias para perfeccionar cualquier tipo de texto, tiene la concentración necesaria para leer el texto como un todo y detectar posibles errores de coherencia y cohesión.
Gracias a esas habilidades, el corrector puede detectar las posibles inconsistencias en los diálogos, las características de un personaje o la línea temporal de una obra literaria. En este caso, se puede decir que su trabajo es similar al del continuista de una película. Cuando se trata de textos académicos, el corrector puede ayudarnos a adaptar nuestro texto a los parámetros de la institución en la que queremos presentarlo o de la revista que lo va a publicar. El corrector conoce las diferentes normas de citación y puede ayudarnos con la engorrosa tarea de citar la bibliografía que usamos. Si se trata de una nota periodística, puede asegurarse de que el artículo cumpla con todas las características del género textual al que pertenece. Por supuesto, corrige todo tipo de escritos, no solo los que mencionamos aquí.
De más está decir que un corrector también tiene las herramientas necesarias para analizar por completo una oración, detectar su verdadero sentido y encontrar la mejor manera de redactarla. Sabe emplear correctamente los tiempos verbales para evitar errores de correlación; conoce los usos correctos e incorrectos del gerundio y de las preposiciones; sabe cómo usar correctamente las mayúsculas y las minúsculas; conoce el significado preciso de las palabras y las distintas clases de diccionarios.
Igual que el editor, de quien ya hablamos en otras entregas, el corrector trabaja codo a codo con el autor para consultar todas las dudas que puedan surgir. También es importante aclarar que el dueño del texto es el autor, y es él quien decide si acepta o no las sugerencias del corrector para mejorar el texto.
Ya saben, si quieren lograr un texto correcto, coherente y cohesivo, siempre pueden confiar en los conocimientos de un profesional de la corrección de textos.