El turismo es una muy buena forma de poner a prueba nuestra amplitud lingüística. Si viajamos por una región en la que se hablan numerosas variedades de un mismo idioma, encontraremos un entretenido variopinto de maneras de llamar a una misma cosa.
Si nuestra forma de viajar no contempla un presupuesto muy holgado, es posible que debamos considerar trasladarnos de un lugar a otro sin gastar dinero. Asumiendo que descartamos la opción de viajar de polizón, la alternativa más clara es conseguir que alguien acepte llevarnos hacia dónde vamos.
Las primeras referencias a este modo de desplazarse son casi tan antiguas como los primeros automóviles fabricados en masa. El poeta estadounidense Vachel Lindsay reconoce en un poema de 1916 la amabilidad de dos automovilistas que accedieron a llevarlo cuando estaba cansado.
Para 1920, estos viajeros aislados se transformaron en un fenómeno nacional y el semanario The Nation en 1923 se refirió a este nuevo tipo de viajeros como “hitch-hikers”. El término fue consignado entre comillas, lo que da a entender que los lectores aún no estaban familiarizados con el concepto.
Si bien el artículo de The Nation no hace alusión alguna al pulgar o al gesto utilizado hoy universalmente, un artículo en la revista American Magazine de 1925 describe a estos viajeros como personas que se paran a la vera del camino y apuntan su pulgar en la dirección en la que desean ir.
Después de la Gran Depresión de 1929, más y más estadounidenses se encontraron levantando el pulgar para moverse por el país. En la representación más notable de este modo de desplazamiento de la época, el protagonista de Viñas de ira de John Steinbeck, es presentado como un mero “hitch-hiker”.
La expresión anglosajona que predomina en la mayoría de las variedades del inglés es una palabra compuesta formada por hitch, de la noción de enganchar/atar algo a un vehículo en movimiento, y hike, que significa caminar (además de diversas formas de desplazarse a pie). Veamos ahora algunas maneras de referirse a esta forma de viajar en las distintas variedades del español.
En Argentina, Bolivia, Chile, Uruguay y Paraguay se lo llama “hacer dedo”, en Colombia se le dice “echar dedo” o “pedir chance”, en Costa Rica, se dice “pedir ride”, en Cuba, “pedir botella”. En El Salvador, se le dice “pedir aventón”. En Ecuador, “jalar dedo”. En Guatemala y Honduras, “pedir jalón”. En México y Nicaragua, se usan indistintamente las formas salvadoreña y costarricense. En Panamá, “pedir bote”. En Perú, “tirar dedo” o la salvadoreña “pedir aventón”. En Puerto Rico, “pedir pon”. En República Dominicana, “pedir bola”. Por último, en Venezuela, se lo denomina “pedir (la) cola”.