100 años después de la Primera Guerra Mundial, una época en que la mayoría de los países comenzaron a instituir normas industriales, y 70 años después de la creación de la ISO, las normas son algo que damos por sentado. Esperamos que nuestras llaves encajen nuestros pernos y tuercas perfectamente, esperamos que los productos que compramos tengan controles de calidad y garantías y esperamos que los servicios entreguen lo que prometen.
La industria de la traducción no es una excepción. Cada empresa que espera sobrevivir en esta industria, debe cumplir normas estrictas en lo que se refiere tanto a la terminología como a los potenciales clientes, desde la cotización de proyectos hasta la revisión y corrección de documentos. Y todos los nombres divertidos para cada uno de estos procesos están convenientemente enumerados en este documento: https://www.iso.org/obp/ui/#iso:std:iso:17100:ed-1:v1:en.
Las palabras aparentemente sin significado, como “revisión bilingüe”, “corregir”, “base terminológica”, “CAT Tool” y “traducción automática” en realidad se refieren a una parte muy útil, esencial, específica del proceso de traducción del que las personas fuera de la industria no sabría de qué se trata.
Esto me recuerda el viejo adagio “sólo hay que poner la llave y funciona”. La conicidad de la tuerca de la rueda no es algo que preocupe a los conductores comunes, aunque sus vidas dependen de ello.
Cada documento que pasa por esta agencia no está simplemente traducido por una persona, sino que está traducido, revisado y corregido por tres lingüistas calificados antes de pasar por el proceso de aseguramiento de calidad para garantizar que la terminología sea consistente y que se cumplen las expectativas del cliente.
Estos procesos garantizan la eficacia de la redacción de los clientes, la especificidad de sus contratos y hasta la claridad de sus señales de advertencia. Consulte “falla de traducción” en su internet más cercana. Nuestra adhesión a las normas puede ser un salvavidas después de todo.