Cuando un proyecto de traducción es muy extenso lo más común es dividir la traducción entre diferentes lingüistas para que el proceso sea mucho más rápido y así poder entregar el proyecto cuanto antes. Raramente se dispone de tiempo ilimitado para un trabajo.
Pero al dejar entrar a múltiples traductores al juego también le estamos abriendo la puerta a un potencial enemigo: la inconsistencia. Una palabra, término o expresión que se repite a lo largo del texto puede ser traducida de diferentes formas por cada traductor, algo que puede generar confusión y distintas interpretaciones en el lector. Cuando leemos un documento y nos encontramos que una palabra fue traducida de tres formas diferentes, lo primero que nos preguntamos es cuál es la traducción correcta. Tal vez una sola sea la apropiada, dada el contexto. O tal vez las tres sean válidas, diversificando así el vocabulario del documento.
Para solucionar este tipo de problemas y “unificar” la terminología usada tenemos el paso de edición en el cual se corrigen también otros aspectos como ortografía, gramática o traducciones erróneas. Es por esto que cuando existen varios traductores lo ideal es que haya un solo editor para que justamente pueda ver el cuadro completo y limar cualquier aspereza.
La falta de consistencia se vuelve un riesgo aun mayor cuando se trata de un proyecto multilingüe, donde habrá un editor por idioma pero difícilmente haya alguien que domine todos los idiomas para verificar que todas las traducciones estén en sintonía. Aquí no hablamos solo de palabras traducidas de maneras diferentes, sino también de palabras que pueden ser traducidas o no en los distintos idiomas como pueden ser nombres de productos, instituciones, personajes de cine y TV, etc. A veces existen instrucciones claras desde el principio sobre qué traducir y qué no, y otras veces queda al criterio del traductor quien es el que en definitiva conoce la cultura y costumbres del país o región en la cual el documento será presentado.
Lo mejor que se puede hacer es proporcionar la mayor cantidad de información de referencia al equipo de traducción, ya sea material complementario para conocer más sobre el contexto, traducciones pasadas que cuenten con un vocabulario similar, y por supuesto también glosarios, bases terminológicas y memorias de traducción. De esta manera podemos garantizar la consistencia en el contenido de un texto y también seguir la misma línea de cualquier otro documento traducido previamente.