Cuando un cliente solicita una traducción a una agencia, normalmente exige que se cumplan ciertas pautas, o proporciona algunas instrucciones o indicaciones para llevar a cabo el trabajo. Por ejemplo, puede solicitar que se respete un glosario de terminología determinado, que el texto se escriba con una fuente o un color específicos, o puede pedir que se entregue en un formato en particular, por solo nombrar algunos requisitos. También puede pedir que se le preste atención al registro de la traducción, en este caso porque se trata de una traducción cuyo destinatario normalmente es un lector con un determinado nivel de alfabetización (ya sea si se trata de un nivel académico, en el que se requiere utilizar un registro elevado, o una persona con secundario incompleto, en cuyo caso debe bajarse un poco el registro).
Escribir en un tono elevado no es complicado para un traductor, sobre todo porque posee una formación académica que le permite utilizar las palabras correctas según el destinatario y el tema en cuestión, investigar, aplicar la terminología adecuada, etc. El problema surge cuando se debe bajar el registro, esto es, escribir “simple” (a no confundir con escribir mal, esto es inadmisible), algo que, por naturaleza, a un traductor amante del lenguaje le cuesta hacer. Por tal motivo, resulta fundamental tener en cuenta algunos aspectos clave a la hora de bajar un poco el registro de la traducción.
Si la traducción apunta a destinatarios con un nivel de escolarización no mayor al primario completo, se recomienda:
- Utilizar palabras comunes, sin demasiada complejidad. Se espera que estas palabras comunes formen parte del vocabulario o el léxico oral y verbal de la persona que habla el idioma objetivo.
- Procesar oraciones escritas de manera simple de modo que el lenguaje pueda comprenderse de forma precisa, ágil y con facilidad.
- Evitar el uso de subordinadas, con tiempos verbales compuestos que sean demasiado complejas de comprender.
- No excederse en la longitud de los párrafos. Cuanto más corto es un párrafo, más fácil resulta seguir la línea de lo que se está leyendo. Los párrafos extensos tienden a aburrir o cansar al lector, y de ese modo, se pierde la capacidad de comprensión.
Así como existen diferentes niveles de traducción, también pueden existir diferentes niveles de lectura de la misma. Según la UNESCO, en un estudio realizado para monitorear los diferentes niveles de alfabetización de una población, las personas pueden presentar diferentes niveles de lectura de un texto:
Nivel I (lectura literal primaria). Es el nivel más básico y simple de lectura e implica el reconocimiento de estructuras explícitas del nivel local: identificar los actores de un relato, los fragmentos claves en la argumentación y las relaciones explícitamente planteadas.
Nivel II (lectura de carácter literal en modo de paráfrasis). Este nivel presenta un mayor grado de complejidad en la lectura, y requiere una traducción de las palabras regulada por el sentido literal del texto. Las preguntas piden dar cuenta del texto con otras palabras, sin que sea necesaria una interpretación profunda de él.
Nivel III (lectura de carácter inferencial). En este nivel se llenan los espacios vacíos del texto, se explicitan los supuestos sobre los que está estructurado, se vinculan proposiciones a nivel micro y macro textual y se identifican distintas formas de relaciones implícitas en el texto. Las preguntas exigen relacionar parte del texto en torno a un tema parcial y reconocer algunas siluetas textuales.