En esta publicación, “Casa tomada” no alude al célebre cuento del escritor y traductor de oficio Julio Cortázar. En esta publicación, “Casa tomada” alude a la sensación que experimentan los traductores humanos en la era de las máquinas.
Así como los personajes de la obra de Cortázar se sienten desplazados por un ente invasor, los traductores humanos se sienten desplazados por el avance de la llamada machine translation (traducción automática) en la industria de la traducción. Lo cierto es que, el “ente” protagonista de esta publicación no resulta más que de la propia creación humana ante la necesidad de resolver un problema: cómo agilizar el proceso de traducción a niveles humanamente imposibles.
El ser humano siempre ha intentado superar cualquier límite pre establecido y, más aún, sus propios límites. En la consumación de esta voluntad radica un hecho no menor al éxito en sí mismo: quien supera sus propios límites, genera resultados superiores que, en lo sucesivo, deberá “re” desafiar en una suerte de lucha de supervivencia. Sin embargo, deberíamos dejar de reconocer estos avances como creaciones que se vuelven contra su propio creador.
A decir verdad, la traducción automática no ha venido a desplazar al traductor humano como el ente invasor a los protagonistas de “Casa tomada”. Utilicemos en nuestro caso la palabra “desplazamiento” con un doble sentido. Que las máquinas se desplacen en el sentido de avance constituye un beneficio para traductores y para agencias de traducción. Lo importante aquí es saber discernir en qué casos utilizar esta herramienta y en qué casos no. Ésta no es tarea del cliente, sino de los profesionales que recurren a la traducción automática para satisfacer la demanda del consumidor. El cliente acude a una agencia de traducción o a un traductor freelance para obtener un resultado que, por sí mismo, no puede lograr. Es justo entonces aceptar que el cliente demande una traducción con calidad y con rapidez sin advertir cuáles son los límites de las capacidades humanas. En estos casos, la traducción automática le facilita al traductor la posibilidad de ganar tiempo, en tanto que la machine “pre” traduce el contenido al que el traductor humano le dará corrección, forma, estilo y calidad, proceso conocido como post-edición.
Lo que intento en esta publicación es resaltar la otra cara de la traducción automática y poner de manifiesto su función principal: acortar los plazos del proceso de traducción. Es importante para ello que, así como las agencias de traducción y los traductores freelance sepan juzgar en qué casos es adecuado el uso de la machine, el cliente sepa advertir que la machine solo genera tiempo a favor del traductor humano, quien deberá proveer aquello que, en la industria de la traducción, las máquinas no han podido brindar hasta la fecha: calidad.
A modo de cierre, propongo entonces que veamos la dupla “traducción automática y post-edición humana” como una relación vital para obtener dos constantes imprescindibles en la industria de la traducción: rapidez y calidad.