Pueden existir muchísimas razones para aprender un nuevo idioma. A veces, lo aprendemos porque es parte de la currícula de nuestro colegio o por razones laborales. Otras, por simple gusto y placer.
A pesar de que requiere de mucha dedicación, tiempo y esfuerzo, puede ser una experiencia enriquecedora que nos ayudará a expandir nuestros horizontes y obtener oportunidades únicas.
Uno de los motivos puede ser el laboral. Hoy en día, vivimos en un mundo laboral muy competitivo. La mayoría de las compañías son globales y exigen como requisito que sus empleados sepan hablar dos o más idiomas. En algunos casos, cuantos más idiomas hablemos, más oportunidad de conseguir un puesto o ascender obtendremos.
Además, si es una empresa en la que se viaja constantemente, es primordial que el empleado sepa comunicarse eficientemente con el cliente y saber transmitir mensajes e ideas de la mejor manera posible, ya sea en reuniones, a través de correos electrónicos, presentaciones, etc.
Cualquier viaje que emprendamos no va a ser lo mismo si solo sabemos hablar nuestra lengua madre. Cuantos más idiomas sepamos, más gente conoceremos y más nos abriremos a otras culturas y formas de vida.
El ejercicio mental también es una gran ventaja cuando decidimos aprender un idioma nuevo. La ventaja de la persona bilingüe es que aprende a reemplazar palabras que ya tiene arraigadas en su cerebro en otro idioma. Gracias a esto, se incrementa la actividad del cerebro y se activan nuevas funciones.
Lo más importante, es que al aprender un idioma, aprendemos una cultura. Tomar conciencia de que existen otras formas de vida y de cómo vive la gente al otro lado del mundo puede ser muy enriquecedor para el ser humano.