Mientras muchos lingüistas se preocupan por la incidencia negativa que tiene la tecnología en el correcto uso gramatical y ortográfico de las diferentes lenguas en el mundo, incluso reemplazando palabras u oraciones enteras con emojis y dibujitos en chats y conversaciones en smart phones, hay una nueva corriente que intenta contrarrestar este fenómeno.
Existen y siguen desarrollándose distintas “apps” (aplicaciones) que no solo corrigen errores en los textos, sino que también enseñan nuevos idiomas. Apps como Duolingo ofrecen clases para empezar a conocer una lengua desde cero, partiendo desde los ejercicios más básicos hasta avanzar a los niveles y temas más complejos, teniendo la oportunidad de elegir el ritmo al cual uno quiere ir aprendiendo. Lo bueno de este tipo de apps es que usan imágenes y voces grabadas para complementar cada lección, y además van repitiendo una y otra vez lo aprendido en lecciones ya completadas para poder fijar en la memoria el vocabulario, conjugaciones, etc.
Una app suele ser mucho más entretenida y dinámica que un libro de texto, ya que se basan en distintos recursos de multimedia para la enseñanza del idioma elegido, y estando en un soporte como un teléfono celular, que uno siempre tiene al alcance.
Interactuando con apps de este estilo uno tiene que escribir oraciones en el idioma que se está aprendiendo, pero también hay que traducir a la lengua natal… ¡y la app también te lo corrige! Así que no hay chances de dejar pasar un error en tu propio idioma tampoco, contribuyendo de esta forma a la “restauración” de la buena escritura y gramática que otras apps “erosionan”.
Más allá de que incursionar en un idioma nuevo por medio de una app es algo entretenido y al alcance de todos, aún está lejos de reemplazar a una clase dada por un profesor ya sea en persona como de forma remota. Y aún aprendiendo en una clase se necesitan largos años para dominar una lengua extranjera, por los cual el trabajo de las agencias de traducción sigue siendo vital la correcta interpretación de textos alrededor del mundo.